La energía de géminis nos invita a jugar, a cambiar, a vivir nuevas experiencias y formular nuevas visiones. Pero atención, no es momento de tomar ninguna decisión, sino de probar todas las posibilidades.
Esta temporada inició el viernes 20 de abril y finaliza el martes 21 de junio con el solsticio de invierno.
Géminis es un signo de aire y mutable, vinculado a la mente racional, al cambio, y donde lo más importante son los vínculos, tanto internos como externos. Esta energía nos invita a animarnos a jugar, a cambiar, a vivir nuevas experiencias y a formular nuevas visiones. No es momento de definir nada, sino de probar todas las posibilidades.
Con el sol transitando por este signo, quizás, nos sintamos con ganas de conectarnos con la intelectualidad, de disfrutar debates, intercambios de opiniones y palabras. Es un gran mes para leer sobre temas que nos interesen, para investigar, estudiar y curiosear. Excelente momento para escribir todo eso que tenés guardado en tu mente; dejá que la creatividad se exprese en palabras. Podes anotarte en un curso corto, aprender un idioma, escribir un poema o leer ese libro que tenés abandonado en tu mesita de luz.
Es un buen mes para cuestionar lo mental: ¿Cuáles son mis creencias? ¿Cuán rápido repito información que no está chequeada? ¿Qué medios de comunicación consumo? Y sobre todo ¿Qué palabras uso y cómo me comunico?
Es un gran momento para conectarnos socialmente con pares, amigas, hermanas, vecinas, compañeras de la vida, ya que Géminis es el signo de los gemelos y el vínculo principal es la hermandad.
El 14 de Junio la Luna se para frente al Sol y queda iluminada por completo. La Luna llena en Sagitario nos trae finales en temas relacionados con nuestra filosofía de vida y creencias. Es la culminación de un ciclo lunar que comenzó hace dos semanas, y cierra un ciclo que comenzó hace seis meses cuando el Sol transitaba por Sagitario. Comenzamos a ver cosas que antes no veíamos, algo se ilumina además de la luna.
El 21 de Junio tendremos la noche más larga del año en el hemisferio sur, ya que el sol alcanza su menor altura durante el día. Los Solsticios nos llevan a grandes desafíos. Es un momento ideal para reorientar lo que nos propusimos a principios del año astrológico, dándole forma a lo que iniciamos cuando el Sol ingresó a Aries; y si hacemos bien nuestro trabajo, veremos los frutos en los próximos 3 meses, en el Equinoccio de Primavera.
Te invito a hacer este ritual para que la energía del Solsticio te acompañe: Dibuja un sol como más te guste, colorealo, pegale lentejuelas, lanas, flores, hojas secas… lo que te inspire, y llénalo de energía. Colocalo en un lugar donde sientas que te da más fuerzas para recibir seguridad, expansión y una mayor conciencia. El Sol estará haciendo un trígono con Saturno, que te ayudará a poner practicidad y realismo, dándote la capacidad de ser productiva en todo lo que hagas en este período.
Por Eugenia Zarzoso Paoloni
Astróloga y tarotista
Instagram: @eugezp
| EDITORIAL |
Ilustración: Flori Rodri
Nunca me llevé bien con los horarios y los que me conocen lo saben. Suelo llegar a las reuniones 10 minutos después de la hora acordada. Y sé que no está bueno, que es una falta de respeto para la persona que me está esperando, pero a veces siento (obvio que no lo es) que no puedo evitarlo.
Tampoco sé por qué soy así. Cuando era chica llegaba súper puntual a todas partes. Lo que pasa es que mi papá, principalmente (mi mamá también pero lo tengo más patente al recuerdo en mi papá), no solo que era puntual, sino que llegaba (y lo sigue haciendo) 5 o 10 minutos antes de la hora asignada. (Lo que también puede convertirlo en impuntual si nos ponemos a hilar fino).
Pero claro, cuando me “independicé” de las llevadas y traídas de mis progenitores y tuve que yo misma organizar mis horarios para cumplir con mis compromisos, situación que se me presentó en su plenitud en Córdoba en mi época estudiantil, me percaté del pésimo manejo que tenía (pongo el verbo en pasado para convencerme de que ahora he mejorado), del tiempo.
Esta cualidad repudiable se manifestaba en distintas situaciones, algunas triviales y otras no tanto: como cuando me encontraba con alguien a tomar un café o cerveza y yo siempre llegaba un poco tarde, sin considerar que esos 10 minutos “de gracia” no eran para nada graciosos para quien estaba esperando, o cuando llegaba tarde a una clase, por ejemplo.
Pero además de afectar a otros con mi impuntualidad, lo cual por supuesto, no me enorgullece, me perjudicaba principalmente a mí: He pasado muy malos tragos debido a esta mala costumbre, que siempre viene acompañada de salir a las apuradas. Recuerdo una vez que me dejé la campera cuando me estaba yendo a Bariloche de viaje de egresados (¡la campera!) y mis viejos tuvieron que salir corriendo a traérmela y tuvimos que retrasar unos minutos (seguramente 10) al chofer para que no se vaya sin que ellos puedan alcanzarme mi abrigo. Llegué tarde a citas médicas, psicológicas, y al cine, un clásico.
Mis penurias continuaron cuando me uní a mi actual pareja, que si bien es un derroche de virtudes, la gestión del tiempo no sería una de ellas. Por lo menos mis demoras son recatadas, tímidas, de tan solo 10 minutos. Las de Nico (mi pareja) son extrovertidas y grandilocuentes. Se imaginarán que su fresco relax ante la vida, tampoco colabora en mi propia recuperación. Vivo recaídas permanentemente.
Si bien es cierto que de adulta he mejorado notablemente, sigo padeciendo por momentos esta condición. Y les juro que lo padezco: Yo que soy ansiosa, esto de andar a las corridas por la vida, no me favorece en absoluto. El corazón se me acelera cuando entro al auto con la certeza de que estoy saliendo 10 minutos tarde, que harán que indefectiblemente llegue tarde a destino y me voy odiando y compadeciendo al mismo tiempo, en el trayecto.
Como no soy mezquina, convido porciones de impuntualidad a quienes me rodean. Una de las convidadas es mi hija mayor, cuando la llevo a la escuela y generalmente al límite de la hora de entrada. Obviamente ya salimos con el nerviosismo de quien debe cumplir una misión imposible. Las raras veces que llegamos 8.01 nos sentimos en la gloria y hasta lo celebramos con un choque los cinco. ¡No me juzguen!
Es por eso que, (dejando de lado las ironías y el humor), en junio decidimos hablar de GESTIÓN DEL TIEMPO.
Seguramente como yo, existen muchas personas que sobreestiman la cantidad de actividades que se pueden realizar en un mismo día, y llegado el momento no cumplen con la agenda mental que se habían planteado. Solemos quedarnos con esa sensación angustiosa de que “el tiempo no nos alcanza”, de frustración y también de estrés, por vivir acelerados, aun cuando se trata de momentos de ocio.
La buena noticia es que existen técnicas y estrategias para mejorar nuestra organización y rendimiento en nuestra vida cotidiana. Intuyo también que aquellas personas que se organizan y diagraman un plan de acción, son también más productivas, entendiendo a la productividad no como resultados en cantidad de tareas, sino en la eficacia en el cumplimiento de objetivos con la máxima optimización del recurso más preciado que tenemos: el TIEMPO.
Si hay algo de lo que estoy segura, es de que todos podemos cambiar si así lo deseamos, y que para lograr nuestros objetivos, debemos comenzar por establecer nuevos HÁBITOS. ¿Nos acompañan en este camino de desaprender patrones de conducta que nos debilitan, para incorporar otros que nos hagan más felices? Allá vamos.
por Raquel Abraham
Periodista y comunicadora.
"Amo contar historias inspiradoras".
| RECOMENDADOS |
Daniela Bustamante es cordobesa y amante de los libros, tanto de leerlos como de recomendarlos. En su cuenta de Instagram, @solouncapitulomaas, reseña diversas lecturas con una mirada muy personal. La invitamos a que nos recomiende dos títulos relacionados con la Abundancia, y aquí están.
En la era de las redes sociales, alcanzar un ideal de vida digno de postear en un feed parece ser el objetivo primordial. Sin darnos cuenta, nos lanzamos a una carrera imposible en la que la meta siempre parece estar un poco más lejos. Nada es suficiente, cada vez queremos más.
En medio de este contexto, hablar de abundancia puede resultarnos irrelevante porque, influenciados por el bombardeo constante de fotografías con muchos filtros, tendemos a creer que lo bueno siempre está afuera, que los demás tienen una vida mejor. ¿Qué tan cierto es esto?
¿Cuántas cosas valiosas perdemos por poner el foco en el afuera?
Desde mi lugar de bibliófila confesa quiero recomendarles dos libros que nos invitan a reconocer nuestro poder interior, y aprender a disfrutar de todo aquello que damos por sentado.
RECOMENDACIÓN 1:
INDOMABLE
Autora: Glennon Doyle
Editorial: Urano
¿Quién eras antes de que el mundo te dijera cómo debías ser?
Aproximadamente a partir de nuestro cumpleaños Nro 10, tanto hombres como mujeres comenzamos a recibir una especie de adoctrinamiento que, en definitiva, termina moldeando nuestra personalidad. Qué ropa debemos usar, qué colores nos pueden gustar, con qué juguetes debemos jugar, cómo debemos comportarnos en sociedad e, incluso, de quién nos podemos enamorar... ¿Qué se espera de nosotros? ¿A qué, o mejor dicho, a cuánto podemos aspirar? Poniendo sobre la mesa esa circunstancia, y apelando a su propia experiencia personal, Glennon Doyle nos habla sobre "las jaulas" en las que vivió durante su niñez y gran parte de su vida adulta, para luego develarnos "las llaves" que la llevaron a tener una existencia mejor consigo misma y con su entorno.
Indomable es un libro poderoso, que nos invita a ser libres y a descubrir que la mayoría de las respuestas que buscamos están al alcance de nuestra mano, en todas esas preguntas que no nos animamos a hacer.
RECOMENDACIÓN 2:
EL SORPRENDENTE ENCANTO DE LAS COSAS CORRIENTES
Autora: Catherine Gray
Editorial: Urano
Lo que muchos sospechamos es real: nuestro cerebro está programado para fijar la atención en las cosas negativas. Consciente o inconscientemente tendemos a pensar que la base de la felicidad se sitúa en el exterior, en eso que vemos en la otra vereda, o reflejado en la pantalla de nuestros celulares. Como consecuencia de ello, nos vemos dominados por la ansiedad. Ansiedad por tener un trabajo mejor, por cumplir con los estándares de belleza, por comprar una casa más linda… la lista es infinita.
En su libro, Catherine Gray combina su propio testimonio con diferentes estudios de psicología y neurociencia que nos permiten comprender el funcionamiento de nuestra mente y, de ese modo, aprender a valorar y disfrutar de las pequeñas cosas del día a día. Echando mano de herramientas sencillas y prácticas, la autora nos muestra que es posible estar a gusto con nuestra propia existencia si sentamos las bases de la felicidad en lo que tenemos hoy, y no en todo aquello que podamos conseguir mañana.
Por Daniela Bustamante
Apasionada de los libros. Creadora de la cuenta @solouncapitulomaas.