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Foto del escritorRaquel Abraham

Ana Funes: “La maternidad es lo que con mucha felicidad afronto todos los días"


Ana Funes.

Elegí a Ana como la entrevistada de octubre de manera arbitraria y un tanto caprichosa. Es que quería contar la historia de una mujer común, que como tantas otras, fue una niña traviesa y juguetona, que creció, se enamoró, se casó, y tuvo hijos. Una historia común. Pero en las historias comunes, mínimas y anónimas, se esconden grandes proezas que pueden modificar pequeños mundos. Este es el caso.


A Ana la conozco desde que teníamos 7 u 8 años, no recuerdo exactamente. Era la segunda de cuatro hermanos, después llegaron dos hermanas más, y Ana ayudaba a su mamá con el cuidado de las más chiquitas. A sus 9 años venía a jugar a casa con su hermanita de 2 a cuestas, la cuidaba, le cambiaba los pañales, y jugaba con nosotras con una naturalidad asombrosa: “Siempre lo tomé como una actividad más de mi niñez, no lo vi como una tarea extraordinaria que yo tenía que desarrollar, verdaderamente lo disfrutaba”, relata Ana con soltura.


Ana Funes.

Y así como muchas niñas soñaban con grandes aventuras, conocer el mundo o estudiar una carrera profesional, Ana disfrutaba de su aquí y ahora, y cada cosa que la vida le iba presentando, ella la recibía con gratitud. Según dice siempre tuvo clarísimo que su rol era “casarse y tener hijos”, sin embargo, y a pesar de no haber podido estudiar una carrera universitaria porque tuvo que trabajar desde muy joven para ayudar a su familia, logró destacarse y escalar posiciones en la empresa que le dio su primer trabajo a los 18 años: Hoy es la jefa de Ventas de Aerolíneas Argentinas Jujuy.


Ana es una mujer cuyo ingenio y sentido del humor superan ampliamente su belleza física (que está a la vista). Estar con ella hace bien, su sonrisa es parte de su cara, su risa es contagiosa e inconfundible (se ríe muchísimo) y si bien brilla en distintos roles, sin dudas que la maternidad es su perla. Ana materna no solo con sus hijos, ella está pendiente de cuidar y dar amor a cada persona que se cruza en su camino. Por suerte yo me crucé en el de ella: es una de mis mejores amigas y además es mi familia, me olvidé decirles que está casada con mi hermano. Permítanme este gusto personal.


Entrevista a Ana Funes.

¿Siempre quisiste ser mamá?

La verdad que sí, desde muy chiquita. Yo soy la hermana mayor de seis hermanos, mi mamá trabajaba en casa, entonces era como la discípula de mamá. Yo estoy entre dos varones, después vienen tres mujeres más chicas todavía. Y siempre el rol maternal me tocaba.


¿No era un peso para vos cuidar a tus hermanitas, cambiar los pañales a la más chiquita? No, siempre lo tomé como una actividad más de mi niñez, no lo vi como una tarea extraordinaria que yo tenía que desarrollar (también eran otras épocas, no había modo de que yo confronte con mi mamá de que por qué no lo hacían mis hermanos varones), pero lo tomé con alegría y actualmente tengo mucha responsabilidad de que estén bien. Todavía siento como la carga sobre mis espaldas de que mis hermanas estén bien, ellas me dicen: “¡relajá! No te hagas cargo de esto”. Me hago cargo de armonizar situaciones como si fuera una mamá pero no lo soy. Desde muy chiquita lo viví así. Para mí cuidar niños, cambiar pañales, siempre fue muy natural.


¿Qué creés que heredaste de tu mamá en la forma de crianza?

Yo lo que heredé de mi mamá es el priorizar la armonía emocional de mis hijos. Siempre hay dificultades en la pareja, la economía, en los trabajos, en la familia externa. A lo largo de nuestra niñez atravesamos muchas dificultades, situaciones económicas adversas, una situación de salud menor pero subsanada, y siempre preservar el equilibrio emocional. Y eso es algo que yo agradecí en mi crianza, dudo que mis viejos no hayan tenido mil dificultades y peleas, pero nosotros jamás lo sabíamos. Por ahí me acuerdo de salir afuera y verla a mi mamá colgando la ropa calladita, pero era su máxima catarsis (risas). Y es algo que yo a veces lo sufro, y por ahí tengo ganas de explotar, pero si están los chicos digo bueno, no importa, pongo la otra mejilla…Quizás el día de mañana me lo reprochen, pero yo digo “son niños” y hay situaciones de los grandes que sí hay que hacerlos partícipes, pero en la mayoría dejarlos afuera, porque ya la vida adulta los va a poner en un montón de circunstancias que no les va a quedar otra que afrontarlas. Pero hoy por hoy preservo eso. Veo que es algo que lo tiene mi mamá y que perdura hoy. Trato de suavizar situaciones familiares y siento que es algo que me inculcó mi mama.




Ana con sus dos hijos: Guadalupe y Renzo.

¿Con tu esposo charlan sobre los valores que les quieren transmitir a los chicos?

En lo fundamental estamos totalmente de acuerdo. Hace 20 años que estamos juntos y debemos compartir varias cosas y creo que los valores o el rumbo que les queremos dar a las perspectivas de nuestros hijos, se cae de maduro que coincidimos. Pero claro que somos personas individuales, Guillermo algunas cosas las piensa de un modo y yo de otro, pero siempre lo conversamos previamente o tratamos de no desautorizarnos. Tratamos de que los chicos queden con la palabra de uno de los padres, y después a puertas cerradas, suavizar la situación y revertirla, pero muy protocolarmente, para no desautorizarnos el uno al otro. Pero sí coincidimos en casi todo y creo que esa comunión como padres, hace que los chicos estén más seguros ellos también, porque la cosa es así, o así. No sé si están bien o están mal, pero tienen un marco en el cual moverse. No hay doble mensaje.


"De mi mamá heredé el tratar de preservar el equilibrio emocional de mis hijos”.


Soltar las riendas

¿Cuáles son los desafíos que sentís que afrontás hoy como madre?

Yo creo que ahora, Guadalupe tiene 12 y Renzo 10, el hecho de la inseguridad, las drogas (que eran problemáticas que también había en nuestra época). Pero yo siento que nosotros, el hecho de poder salir a la calle y tener más independencia en algunas cosas, nos hizo un poquito más despabilados. Yo a ellos los veo muy despabilados en tecnología, saben hacer Tik Tok, actuar, pero digo ¿se saben desenvolver? ¿saben tomar un colectivo? Creo que no, eso es lo peor (risas), o dar un vuelto correctamente. Yo a la edad de Guadalupe manejaba perfectamente plata. Ella por ahí me dice “no sé qué hacer, cómo pido”. Son unos aviones en algunas cosas que nosotros éramos unos pavotes, pero en otras me preocupa eso, que sería cómo relacionarse con el mundo. Y después obviamente el tema de la seguridad, que salgan solos…




Ana Funes.

¿Creés que les tendrás que soltar las riendas en algún momento?

Y yo creo que no queda otra, pero acompañando. No me canso de hablarlo, contarles. A diferencia de mi crianza que había temas tabú: el sexo, ni hablar la bisexualidad o ser gay, eran todas malas palabras o temas que no se abordaban directamente. En mi casa no se hablaba ni de preservativo. Esa realidad que yo viví, con mis hijos no existe, se habla de todo, siento que eso es la única garantía que tengo de que van a salir a la calle y van a saber cómo son las cosas, nadie les va a poder vender gato por liebre. Van a tener información real, obvio que uno no les va a dar más detalles de lo que la criatura necesite, aunque a veces su imaginación vuele y hay que estar tamizando la situación (risas). Pero si hay algo que no voy a permitir es que mis hijos salgan a la calle sin información y tratar y rogar que Guille y yo, seamos siempre sus primeros referentes para sacarse una duda, para recurrir ante la situación que fuere. Yo siempre les digo, "ustedes pueden mandarse la macana más grande y nosotros los vamos a ayudar". Nadie los quiere tanto como papá y mamá, de eso no hay duda, la macana que se manden o la situación horrible que pasen, vamos a estar.


"Hablar con mis hijos es la única garantía que tengo de que van a salir a la calle y van a saber cómo son las cosas, nadie les va a poder vender gato por liebre".


¿En este tiempo de cuarentena, de pasar más tiempo juntos en casa, sentís que los conociste más a tus hijos?

Sí, todo lo que les pasa a mis hijos yo intervengo, y me veo participando de cosas que ellos hacen hoy, que si no, no hubiera habido forma. Por ejemplo, charlas que teníamos nosotras a nuestra edad en privado, nuestros papás nunca se enteraban de nuestras pavadas. Hoy yo estoy acá, mi hija está en un zoom, y yo escucho, entonces ¿Cómo abordar eso que escuché, pero sin invadirla? Y no tiene por ahí esos momentos de intimidad y complicidad con sus amiguitas porque yo estoy acá, de oyente. Lo mismo las clases con Renzo, que lo escucho que habla cualquier sandez y me dan ganas de intervenir, pero lo tengo que dejar porque es su clase. Es todo un desafío pero es sumamente gratificante. Inclusive en la cuarentena me descubrí siendo maestra de Renzo, psicóloga de Guadalupe, acompañando procesos que quizá en la escuela y con los pares lo resuelven solos, y ahora es todo la mamá.



Ana, Guadalupe y Renzo.


Dos caras de una misma moneda

¿Qué aspectos de tu vida cambiaron con la maternidad? ¿Hubo renuncias?

A veces recuerdo o anhelo estar sola sin ese alerta permanente de ser mamá. Porque cuando duermo o estoy trabajando re concentrada, sé que los chicos están en clase, a qué hora hay que buscarlos, qué vamos a cocinar. O estoy viajando y estoy pensando si comieron, si no comieron, es un estado de alerta permanente pero al mismo tiempo es tan placentero y reconfortante...En la balanza no hay con qué darle, no cambio por nada ser mamá. Muchas veces lo pienso, pero quizá por esta crianza que tuve, la mamá "Susanita", no había un papá cambiando pañales o cocinando, para bien o para mal, hice el “copie y pega”. Entonces acá estamos con un clon de mi papá durmiendo la siesta (risas). Obvio que renuncio a cosas pero siempre me pasa lo mismo, que soy una “zapalla”, (no me puedo poner otro atributo). Pero yo creo que me muero si un día llego y Guille cocinó, hizo las tareas con Renzo, los bañó, les cortó las uñas y les leyó un cuento. Me siento invadida. Y siento culpa de irme. Ya va a llegar el momento en el que ellos no me quieran ni ver y yo me voy a poder meter en un gimnasio cinco horas diarias si quiero, pero hoy dejarlos para ir al gimnasio…no, prefiero hacer bici acá mientras Renzo ve una película, por ejemplo, y lo disfruto genuinamente, no estoy forzando. Inclusive cuando Guille se va, yo disfruto acá. Siento y asumo con felicidad absoluta de que me tengo que encargar de los chicos y no lo siento como injusto, ni un castigo, ni le voy a reclamar. Es lo que con mucha felicidad afronto todos los días, no me veo como heroína, soy mamá y todos los días hago que siga siendo de ese modo. Creo que tuve la suerte de haber tenido mi trabajo mucho antes de tener a mis hijos, pude hacer muchas cosas, crecer, conocer lugares, y la maternidad me llegó en Jujuy, me acompañó con la cúspide de lo que yo quería.

A

Ana Funes.

¿Qué es lo que más disfrutás?

Lo que más disfruto es acompañar su crecimiento, ver cómo avanzan en cada etapa, desde que nacieron hasta esta edad, (igual son chiquitos todavía, muy mama dependientes, aunque paulatinamente irán diciendo, mama volá). Pero son etapas diferentes y todas son encantadoras y todas tienen su magia, es un descubrir permanente. Cosas que antes no les gustaban ahora les interesa y preguntas y charlas. Las charlas que tengo hoy con Guadalupe, lo que pasó o no, “¿qué opinas?” Y trato de ponerme a su altura para darle la importancia de lo que le está pasando. Lo que más disfruto es acompañarlos en su vida, y espero poder hacerlo hasta el día de mi muerte, acompañarlos en lo que les toque y ayudarlos lo más que pueda. Acompañar a un pajarito que inevitablemente va a dejar el nido pero que sepa que siempre va a estar el lugar al que pueden volver.


“La maternidad es un estado de alerta permanente pero al mismo tiempo es tan placentero y reconfortante. En la balanza no hay con qué darle, no cambio por nada ser mamá".


Ana y sus hijos.


 

por Raquel Abraham

Periodista y comunicadora. Amo contar historias propias y ajenas. foto Ollie Wright

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