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Foto del escritorRaquel Abraham

Daniela Carrillo: "La adopción es un nacimiento desde el corazón"


Voy a anticipar que esta historia tiene un final feliz. Pero como todas las buenas historias, está teñida de conflictos, ilusiones, angustias, esperanzas…Como la vida misma. Desde que tiene uso de razón, Daniela Carrillo, quería ser mamá: “Fue algo que siempre soñé. No me imaginaba ni profesional, me imaginaba mamá, mi panza, dando la mamadera, era el deseo más importante”, recuerda. Sin embargo, como persona racional y lógica, primero hizo las tareas previas: en su caso estudió una carrera profesional, se recibió de médica, conoció a su actual pareja, Aldo, (también médico), y juntos, se encontraron en el mismo deseo de tener un hijo. “Después que me recibí y estando en pareja dijimos: ‘queremos ser papás’. Yo tenía 25 años. Sin embargo en ese momento estaba también lo consciente, teníamos que hacer una residencia, requiere mucho tiempo. Entonces dijimos ‘no es el momento’, esperemos a hacer la especialidad. Y ya con la residencia concluida, la especialidad terminada y una carrera consolidada llegó “su” momento de ser padres, pero pasaba el tiempo y el bebé no llegaba. “Cuando pasan los años ves a las amigas que son mamás, y cómo crían a sus hijos y cómo disfrutan ese vínculo, después vienen los sobrinos, y uno proyecta el deseo en ese vínculo. La realidad es que obviamente lo ideal muchas veces no se cumple: te imaginas la panza, los nueve meses, un parto divino y todo lo demás, sobre rieles”, reflexiona Daniela.


Daniela Carrillo

Lo cierto es que la vida la hizo esperar mucho más de lo que hubiese deseado para cumplir el sueño de convertirse en madre. Y la búsqueda se iba fraccionando por períodos de ¡cuatro años! Pasaron primero cuatro años intentando embarazarse de forma natural, como no ocurría, intentaron con tratamientos de fertilización asistida, y pasaron cuatro años más. Tiempo después, y luego de mucho análisis, Daniela y Aldo tomaron la decisión de inscribirse en el Registro de Adopción, y en junio de este año se iban a cumplir cuatro años más sin que llegue el bebé: “Empezamos a pensar que estábamos grandes, que quizá no sea nuestro destino, habíamos desplegado todas las posibilidades. Habíamos decidido que en junio de este año, no renovábamos más el registro”, relata Dani.

Y como en toda buena historia, después del nudo llega el desenlace, que tuvo todos los condimentos necesarios para un final feliz: emoción, sorpresa y giros imprevistos. A fines de mayo, Daniela se encontraba en París, cursando una beca laboral junto a una colega y amiga, cuando recibe el llamado de Aldo, diciendo que los habían llamado del Registro de Adopción y que tenían una entrevista la semana siguiente. Pocos días después, tras 15 años de espera, llegó el tan ansiado hijo a sus vidas: “Fue la emoción más grande. Sentía que no podía entrar en mi cuerpo. Fue la mejor noticia. Fui a París a hacer el reclamo personalmente” bromea Dani. Joaquín llegó a sus vidas para darla vuelta y desbordarla de amor y alegría. Y es que a sus 43 años y 50 de Aldo, la pareja disfruta de su bebé, que les enseña que, como dice Cerati “tarda en llegar y al final, hay recompensa”.



Daniela Carrillo

¿Cuándo nació tu deseo de ser madre? ¿Tenés un registro?

Creo que desde que tengo uso de razón la maternidad fue algo que siempre soñé, desde chica. Y cuando con Aldo quisimos que sea el momento de ser padres, no se daba. Empezó a crecer la ansiedad, la angustia, la situación de que no llegaba era muy angustiante para mí. Ya estaba con la especialidad, con el trabajo listo y no aparecía esto. Así que estuvimos como cuatro años buscando naturalmente, en el medio hubo una pérdida de embarazo. A partir de ahí, empezamos una serie de consultas, porque ya estábamos grandes, y tuvimos un equipo de médicos espectaculares acá en Jujuy que nos contenía y guiaba. Empezamos a hacer tratamientos. La noticia fue “no van a poder ser padres en forma natural” y ese fue el primer gran golpe. Todo lo que habíamos imaginado, no se iba a dar en forma natural. Empecé el proceso de aceptar eso acompañada por un psicólogo, porque más allá de que una piensa que le pasa a muchas mujeres, una cree que es la única. Es como un nudo en la garganta. Y empezamos los tratamientos, que parecen tan fáciles pero hay que poner mucho el cuerpo y se paga un costo emocional elevado, porque muchas veces esos tratamientos tampoco dan resultado. Y así pasamos otros cuatro años. Porque había que recuperarse después del tratamiento. Y esto lo habíamos hablado siempre con Aldo, hasta dónde íbamos a llegar con el tema de las intervenciones: dijimos “vamos a intentar hasta un cierto número de veces, y si no va, no va”. Hicimos los tratamientos que habíamos pautado y dijimos “basta”.


Y así viviste otro duelo más…

Sí, otro duelo más, pensar que la maternidad tampoco iba a ser así. En algún momento en la terapia hablamos de cuánto era posible ser mamá y de qué manera, que no era solo la biológica y que habían muchas opciones. Pero yo sentía que necesitaba primero duelar estas pérdidas para mí de la maternidad natural, para poder dar el paso de inscribirnos en ser padres adoptivos. Requirió mucho trabajo, y yo lo que siempre tuve claro es que el día que yo me fuera a anotar para ser padres adoptivos, tenía que tener todo resuelto, todo lo emocional, de que no iba a transferir a ese bebé mi frustración de no haber podido ser mama natural. Entonces hice mucho trabajo de gestar nuevamente el deseo. Así pasó un tiempo largo, de charlarlo, de que nos den ganas y después volver para atrás…Y una mañana, estando en el consultorio, me faltó una paciente y dije: ¡es el momento! y me fui a averiguar requisitos. Me había nacido esa sensación que no la había tenido antes. Dije ¿por qué no? Es una posibilidad para nosotros. Y me fui a tribunales. Volví al mediodía y le dije a Aldo: “son los requisitos que tenemos que presentar, ¿qué te parece?” “Bueno, me dijo. Lo hagamos”.


Y comenzó una nueva espera, la de la adopción…

Sí, de ahí tuvimos el proceso como seis meses más con entrevistas con psicólogos para ver si éramos aptos como padres adoptivos. De ahí elevan un informe y a los seis meses me llegó el numerito que me decía que estaba en el Registro de Adopción. Lo cierto es que pasó el tiempo y ya llevábamos cuatro años más esperando y renovando todos los años y así se nos pasaban los años. Empezamos a pensar que estábamos grandes, que quizá no sea nuestro destino, desplegamos todas las posibilidades. Empezamos a hablarlo también y habíamos decidido que en junio de este año no renovábamos más el registro. Y la llamada fue 15 días antes de que se venza la solicitud.

"Yo sentía que necesitaba primero duelar estas pérdidas de la maternidad natural, para poder dar el paso de inscribirnos en ser padres adoptivos. Requirió mucho trabajo"


Daniela Carrillo

Un llamado a París

¿Cómo fue el llamado del Registro de Adopción?

Yo estaba en una beca en París y lo llamaron a mi marido, a mí me faltaban cuatro días para volver. Lo llamaron a mi marido diciendo que nos teníamos que presentar en tribunales. Y le dicen que nos esperaban el martes siguiente a las 10 de la mañana. Me llama asustado, él estaba panicoso. A mí me empezó a latir el corazón rapidísimo. Era como que ya habíamos dicho que no íbamos a renovar más. Pero en eso también sabíamos que podía ser un llamado de pre selección. Entonces yo lo tranquilizaba, y le decía que no sabíamos nada todavía. Y mucho tuvo que ver mi amiga y colega que viajó conmigo, Luz, ella fue fundamental para bajarme las tensiones.


Pero en tu corazón, ¿sentías que se iba a dar esta vez?

Hubo muchos signos, yo soy muy espiritual. Ese viaje ha sido para mí un antes y un después, uno lee después las cosas que van pasando. En una de esas excursiones que teníamos los fines de semana, entramos a una iglesia. Yo tuve la necesidad de entrar a una iglesia, tocarme la panza y decir “listo, hasta acá llegue”. Yo siempre que entraba a una iglesia pedía por ser mamá, ¡creo que no quedó iglesia que no haya entrado y no haya pedido ser mamá! Pero al entrar a esa iglesia dije “listo”. Hicimos todo lo que estaba al alcance, el deseo está, pero ese amor se transformará en amor para los sobrinos, los ahijados, las amigas. Y ahí me sentí liberada. El último día que me despedía de mi jefe en Francia, él me llevó a una abadía porque me quería regalar algo para que me traiga de recuerdo. Fuimos un día que estaban exponiendo monjes que hacen trabajos artesanales y mi jefe me puso al frente de una pared donde había un montón de cuadritos, de imágenes de vírgenes y de santos, y me dijo: “Daniela elegite algo de acá”. Yo me elegí uno y el monje me bendijo, y cuando me despedí me dijo mi jefe: “Que la vida te ponga todo aquello que vos quieras o desees”. Yo lloraba porque todo me ponía piel de gallina. Cuando volví a la casa, abrí el regalo y era la Virgen de la Visitación, que en Latinoamérica equivale a la Virgen de la Anunciación, que es la que anuncia el embarazo a Isabel. En ese momento le dije a Luz: “No, esto no coincide con mi vida”. Al día siguiente, el llamado de Aldo y Luz escuchando con los ojos llenos de lágrimas. Fue todo así, como “preparate porque viene”.


"Yo tuve la necesidad de entrar a una iglesia, tocarme la panza y decir 'listo, hasta acá llegue'".


Daniela Carrillo


El amor es más fuerte

¿Y cómo siguió todo cuando volviste a Jujuy?

Cuando volví a Jujuy fuimos a la entrevista. Me salió preguntarle a la secretaria del juez si esto es significaba que había que esperar a otra entrevista y me dijo: “No, vayan a la casa, preparen a la familia y la casa, porque el lunes vienen a buscar a su hijo”.


¡Qué emoción! ¿Tenían algo preparado?

No, nada nada. Fuimos a almorzar con mi mamá, le dimos la noticia y ella lloraba. Toda la familia lloraba. Cuando dimos la noticia todos se emocionaron mucho, la familia y los amigos, que han vivido todo nuestro proceso. Mis amigas han compartido todo. Fue maravillosa la recepción que tuvo.


¿Y cómo recibieron a Joaquín?

De la emoción no habíamos preguntado nada, qué edad tenía, nada. Solo sabíamos que era varón y que aproximadamente tenía un año. El fin de semana nos preguntaron si queríamos que nos manden una foto para conocerlo, y con Aldo dijimos “No. Vamos el lunes y lo recibamos”.


¿Cómo fue ese primer encuentro?

Fue hermoso, una cosa maravillosa. Uno dice que el nacimiento es ese momento del trabajo de parto, pero este es un nacimiento del corazón, y sentís tanta emoción que calculo, como cuando das a luz. Él nos vio, nos sonrió y nos pasó la pelota que tenía. Nuestro camino de ser padres grandes, yo 43, Aldo 50, me da felicidad. La vida y Dios nos bendijeron con Joaquín porque es un niño feliz. Esta super afianzado, no tuvo problemas de adaptación. El termómetro nuestro es verlo sonreír, y es un bombón que nos tiene cada día mas enamorados.



Daniela Carrillo

¿Qué te dejó toda esta experiencia vivida?

Ha sido un crecimiento desde todo punto de vista. Yo siempre veía la vida como que lo que uno quería lo conseguía, de alguna manera. Pensaba que lo que uno generaba, eso se daba. Esto fue un gran golpe, porque no es como vos querés ni cuando vos querés. Esto tiene que ver con madurar y saber que todo llega cuando tiene que llegar, y si no llega es por algo. Cada cosa que me ha pasado, lo pienso así, con todas mis pérdidas, no por qué me pasa a mí, sino para qué me pasa a mí. Este ha sido el gran desafío de la vida, de practicar la espera, la paciencia. Creo que las cosas pasan para crecer, madurar, quizás como pareja, como ser humano, y cuando estás listo, si tiene que darse, se da. Hoy me siento una mujer que tiene muchas más herramientas emocionales, que tuvo que atravesar todo el proceso para hoy sentirse plena. Soy una mamá que se emociona a la noche cuando lo pongo en la cuna y se queda dormido, una mamá que disfruta cuando él sonríe, y vamos afianzando cada vez más ese vínculo. Me espera con una sonrisa y me empieza hablar en ese idioma como diciendo: “estoy feliz porque llegaste”. Yo me siento una mujer totalmente bendecida con la llegada de Joaquín a nuestras vidas.

Esto fue un gran golpe, porque no es como vos querés ni cuando vos querés. Esto tiene que ver con madurar y saber que todo llega cuando tiene que llegar, y si no llega es por algo".


Daniela Carrillo


 

por Raquel Abraham

Periodista y comunicadora. Amo contar historias propias y ajenas. foto Ollie Wright

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