| LECTURAS |
La escritora y docente Alfonsina Sayoud, nos sumerge en un texto apasionado y movilizante. Un vínculo amoroso que se expresa desde lo más salvaje de nuestra naturaleza.
Al ver el cielo estrellado comprobé que el tiempo gira en redondo, volviéndonos a enredar.
Volviéndonos a hechizar.
En la oscuridad el cañaveral parecía un océano.
De oleaje verde.
Negro y resplandeciente.
Torbellino de sensaciones viejas re inventadas.
Rodeados de cañas se abrían, se lamían.
Se entregaban, se ofrecían.
Se reconocían.
Se miraban.
El cielo era una cúpula negra.
Estrellas azuladas.
Torbellinos infinitos.
El calor, abrasador.
Volutas de vapor emergían de sus cuerpos casi vivos.
Sus cuerpos húmedos...
Cual rocío.
Torbellino.
Movimientos nuevos, recién nacidos, bajaban las estrellas en cada gemido.
El cañaveral, manantial infinito de verdor. De sabor, de olor.
Torbellino de tu saliva en mi boca.
Torbellino.
Manantial de sabor, tu piel ardiente y blanca.
Tus sonidos, resplandor.
Iluminaban la noche sus cuerpos desnudos.
El tuyo, tu cuerpo mío.
Mi cuerpo arqueado, sonidos, recién nacidos, re encontrados.
Esculpidos.
Derretían la noche cuando se lamían.
Iluminaban la noche con sus sonidos,
En el verde oculto y un gemido ahogado cómo único testigo.
Tal Vez en estatuas de sal se hayan convertido.
Por Alfonsina Sayoud
Escritora
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