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Comienza un nuevo año y es como que nuestra mente cronológica diagramara un cuaderno en blanco listo para ser completado. Si bien muchas de nosotras arrancamos el primer lunes del año como cualquier otro, hay algo en el aire que se siente como de renovación. ¿No te pasa? Esa sensación de que hoy nuevamente sos dueña de tu vida, que podés re-diseñar tus proyectos, soltar lo que ya no te suma o representa e ir tras aquellas nuevas ideas que te hacen vibrar alto.

Sin dudas que enero es un mes de reseteo, al menos para mí. Diciembre fue tan intenso y cargado de actividades, genuinas e impuestas, que llegué al 31 con el último aliento. La cena de fin de año me encontró aislada junto a mi familia (¡mi hija mayor se contagió de covid!) y fue como que esta nueva ola de contagios nos vino a despabilar un poco ¿no? A recordar que no debemos dar nada por sentado, o al revés, que deberíamos ser más conscientes del valor de los momentos de encuentro con los otros, esos encuentros que los tuvimos vedados durante tanto tiempo…


Es por eso que este nuevo aislamiento me obligó a bajar todos los cambios, venía en quinta y ahora me encuentro nuevamente en primera, despacio, más atenta, observando todo lo que fui construyendo el año pasado, lo logrado, mis medallas ¡que son muchas! Siempre nuestra mente tiende a poner foco en lo que nos falta…

Y en esta lentitud de ir en primera siento que el mundo vuelve a girar más lento y redescubro el valor de las pequeñas cosas cotidianas, como el colibrí que se acerca a mi ventana a libar una flor mientras escribo esta editorial, o el sonido del silencio apenas interrumpido por el trino de las aves… Y me siento como en la película “Caballos Salvajes” con ganas de gritar como Héctor Alterio, sobrecogido por la belleza del mundo: “¡¡La putaaaaa, que vale la pena estar VIVO!!

Volviendo a enero (tiendo a irme por las ramas) y al tema que nos compete este mes, en el que muchos hacemos un reseteo para cambiar o corregir rumbos; me pareció muy interesante hablar de algo que parece simple pero que no lo es: LA TOMA DE DECISIONES.


Todo el tiempo estamos eligiendo, desde lo más mundano, como la ropa que nos ponemos cada mañana, la elección de peinarnos antes o después de desayunar, (todas decisiones que creemos inconscientes pero que son tomadas en base a directrices de nuestro cerebro, que en general tiende a optimizar recursos y tomar el camino más corto); y luego están esas decisiones importantes o trascendentales como “¿me quedo en este trabajo o voy por mi propio emprendimiento?” “¿Sigo en esta relación que no me está haciendo feliz?” “¿Incorporo a mi equipo a este o aquel aspirante?”


Y casi siempre todas estas elecciones corresponden a una dialéctica: Si voy por el camino A, renuncio a todas las posibilidades del camino B, y viceversa. Siempre que elegimos hay renuncia. Pero pocas cosas nos provocan tanto subidón de energía como cumplir una meta habiendo sido fieles a nuestros deseos. Y aún si sentimos que fracasamos (que nunca ocurre porque en todo hay aprendizaje), también nos empodera saber que no podemos echar culpas, y que en cada paso que damos está nuestro deseo y voluntad, como faros que iluminan el camino.

En fin, para terminar con frases de películas, que siempre son fuentes de inspiración, cierro esta columna citando nuevamente al personaje de Alterio en “Caballos Salvajes” (lo que delata totalmente mis años): “El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige, y eso lo hace libre”.

¿Sentís que estás eligiendo tu presente en LIBERTAD?


 

por

Raquel Abraham

Periodista y comunicadora. Amo contar historias propias y ajenas.

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Diciembre es el mes de las Fiestas Familiares, las reuniones con amigos y la despedida del año. En general, de una forma u otra, hacemos un “balance “de nuestro recorrido en los 12 meses transcurridos. En mayor o menor medida nos ponemos reflexivos, y en el mejor de los casos nos proponemos metas para el nuevo año que se inicia.




Este año te propongo te dediques un momento para reflexionar acerca del placer sexual ¿Qué lugar ocupa el placer en tu vida? ¿Estás conforme, te sentís a gusto? Si estas en pareja hace mucho tiempo ¿Cuánto de vos, de tu tiempo, de tu empeño lo destinas a cultivar el erotismo? ¿Estás solo/a: te propusiste contactar con tu interior antes de “elegir con quién compartir un encuentro sexual?

Las relaciones afectivo -sexuales, sean en parejas de larga, mediana o corta data, o tan solo sean ocasionales, nos atraviesan y dejan huella, SIEMPRE. Por lo tanto ocuparnos de la energía que fluye en esta esfera puede resultar muy nutritivo. Los encuentros sexuales significan intimidad, es desnudarse literalmente con otro/s , es dar y recibir, cuando la conexión es honesta con nosotros con el otro/a lo que fluye nos nutre.

Solemos creer, erróneamente, que el deseo sexual y la vida sexual placentera suelen “darse espontáneamente”, y que si no es así “ya fue”… GRAN MITO A DERRIBAR, La realidad es que, como otras actividades que disfrutamos mucho en la vida; la dedicación, el ocuparse y trabajar en post de… es necesario para ver los frutos.

Te propongo que en la lista de deseos para el 2022 agregues “DESEO SENTIR PLACER”, proponete vivenciar eso que te quedó siempre en el tintero y no esperes que “Papá Noel o Los Reyes Magos” se encarguen de que se haga realidad. Sé artífice de tu camino, soñalo, visualizalo y buscá las herramientas necesarias para que se concrete.

Somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos, en cada etapa de la vida adulta el sexo puede ser una fuente inagotable de placer, caricias, abrazos, apapachos… no te quedes sin tu cuota en el 2022.

Siempre que necesités busca ayuda profesional, a veces no es falta de voluntad, tal vez es desconocimiento de las herramientas necesarias para llegar a tu meta.

 

Sofía Achem

Médica (MP. 3470). Especialista en Ginecología. Docente universitaria. Miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana. "Los límites existen adentro tuyo...las alas también".


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Llegamos al último mes del año y seguramente ya habrás escuchado el comentario de rigor de esta época, de algún sagaz observador, "¡qué bárbaro! ya llegó diciembre..." Y sí, quién más, quién menos, siente que no solo el año pasa rápido, ¡sino que la vida también! Es como ese reloj de arena, que cada 1 de enero damos vuelta, creyendo ilusos que tenemos toooodo un año por delante, y cuando llega diciembre, se nos escurrió hasta el último granito de arena, y como tantas veces, sentimos que el año nos llevó puestos.

En realidad, el tiempo es siempre igual: 24 maravillosas y relucientes horas, cada día, para que hagas con ellas "lo que quieras". Sí, seguramente estarás pensando: “¿Lo que quiera? Pero si entre mis trabajos (hoy es de verdad una rareza quien solo vive de UN trabajo), los quehaceres de la casa, las obligaciones de los chicos, lo que me queda, con suerte, es caer fundida cada noche en el sillón y tratar de no quedarme dormida mientras intento terminar el primer capítulo de esa serie que hace tanto vengo postergando.


Ahora bien, recapitulemos, y volvamos a “la vida pasa tan rápido”. En realidad no importa si pasa rápido o lento, sino, si hemos sabido aprovechar cada momento dado, que al fin y al cabo, es lo más valioso que tenemos. Hay una frase que se le atribuye al Dalai Lama que dice:"Lo que me sorprende del ser humano es que sacrifica su salud para poder ganar dinero. Y luego sacrifica su dinero para poder recuperar su salud". Para pensar, ¿no?

Y es por eso que este mes en REVISTA CHE, elegimos como tema a explorar, lo que denominamos el VIAJE INTERIOR. Y ¿qué sería eso? En realidad, es el viaje más importante y tal vez el más largo de tu vida. Es bucear en aguas profundas para animarte hacerte una pregunta clave: ¿QUÉ QUIERO (ser o hacer)? Tal vez allí, en la soledad más profunda, puedas comenzar a deshojar de poquito tus creencias limitantes, con paciencia, como cuando deshojás un alcaucil, para llegar al centro, a lo más jugoso: al corazón. Allí reside la verdad absoluta, allí no hay caretas ni dudas, allí está tu verdadero YO.


Claro que el mundo actual está diseñado para llenarnos de “necesidades” que nos distraen, y nos hacen sentir que nunca hay tiempo para dedicarle a la reflexión, meditación, la pausa, lo que sea que te eleve y te lleve a un plano un poco más calmo, silencioso para que puedas escuchar tus verdaderas necesidades. Como suele suceder, lo urgente nunca deja tiempo para lo importante.

Con esta premisa planteada, la nota tapa de este mes es una entrevista a Seyaku Munayniyoj, sacerdotisa andina, que cuando estaba haciendo su especialidad de Psiquiatría en Buenos Aires, y vivía en esa rueda imparable en la que sentía que repetía cada día automáticamente el mismo guión (como en la peli “El día de la marmota) pensó: "quiero diseñar una vida a mi medida, tiene que haber otra forma".

Y comenzó su propio viaje interior.

En este mismo sentido, este este mes colaboran profesionales y expertos en salud mental y física, para aportar una mirada sobre el establecimiento de nuestras prioridades. De este modo, cada uno nos brindará herramientas para construir cada día un "buen vivir", una vida que nos permita hacer de todo, y disfrutar ante todo. Porque si no fuera así, ¿para qué estamos aquí?

Y sí, llegó diciembre, que tal si ahora mismo, justo cuando todos están "cerrando el año" (que de por sí nos deja bastante estresadas para abrir el nuevo año), nos disponemos a pensar en nuestras prioridades, en lo que realmente nos importa, en las personas que nos importan, en las cosas que nos importan y las agendamos cada semana como URGENTE, y a todo lo que no nos suma (vínculos, reuniones, llamadas, mensajes, etc), le vamos dando cada vez menos cabida.

Ya lo decía Winston Churchill: "Cuando tienes 20, te importa lo que todos piensan de tí, cuando tienes 40, dejas de preocuparte por lo que todos piensan de tí, cuando tienes 60 te das cuenta de que nadie estaba pensando en tí, en primer lugar". Te deseo que no tardes 60 años en adquirir esa certeza. Recordá que a la única persona que tenés que conformar y a la que tendrás que rendirle cuentas al final del camino, es a vos misma.


 

por

Raquel Abraham

Periodista y comunicadora. Amo contar historias propias y ajenas.

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